Cuenta la tradición que el Rey Jaime II de Aragón, "el Justo", después de luchar contra los musulmanes por tierras de Alicante y Murcia, pasó por este valle (entonces denominado "Alfàndench"), y quedó impresionado por su fertilidad y belleza. Entonces, dirigiéndose a su capellán Fray Bononat de Vila-seca (abad del Monasterio de Santes Creus), le dijo: “Vall digna per un monestir de la vostra religió”, contestando el abad: “Vall digna!”.
Construido en diferentes etapas, pasó a manos privadas tras la desamortización de Mendizábal y comenzó el proceso de deterioro y abandono progresivos que muchos otros bienes de nuestro Patrimonio también sufrieron. En 1991 fue adquirido por la Generalitat Valenciana, iniciándose el proceso de restauración y conservación de los restos que aún quedan del Monasterio cisterciense original.